Octavio Paz fue Premio Nobel de Literatura en 1990. De verso y prosa exquisita el escritor nos ha dejado un legado inmenso para poder seguir disfrutándolo a lo largo del tiempo. Julio Cortázar fue el gran innovador de su época, rompió las normas más clásicas y conservadoras de la escritura y se atrevió con una nueva forma de expresión literaria que, para muchos, es el comienzo del realismo mágico. Quienes hayan leído alguna vez “Rayuela” lo saben, y si no lo han hecho, les animo a que lo hagan. Es un gran descubrimiento para cualquier lector.
Para ambos este año será un año de homenaje a su centenario, habrá muchas conversaciones entre dos de las mejores capacidades creativas, poéticas y narrativas de la literatura. Como siempre, desde la perspectiva de conocer un poco más y de tener estudios y visiones diferentes de obras que se presentan inagotables ya que cada investigador termina descubriendo algún nuevo matiz en la obra de estos escritores.
Decía Octavio Paz que “Cada poema es único. En cada obra late, con mayor o menor grado, toda la poesía. Cada lector busca algo en el poema. Y no es insólito que lo encuentre: Ya lo llevaba dentro”. Y Julio Cortázar escribía: «Yo creo que desde muy pequeño mi desdicha y mi dicha al mismo tiempo fue el no aceptar las cosas como dadas. A mí no me bastaba con que me dijeran que eso era una mesa, o que la palabra «madre» era la palabra «madre» y ahí se acaba todo. Al contrario, en el objeto mesa y en la palabra madre empezaba para mí un itinerario misterioso que a veces llegaba a franquear y en el que a veces me estrellaba.» De Octavio Paz les recomiendo “El fuego de cada día”, selección de poemas que él mismo realizó de su obra escrita a partir de 1969; de ensayo “El arco y la lira”. De Cortázar, además de la mítica “Rayuela” me encantan todos sus cuentos, entre ellos, “Alguien que anda por ahí”.
Mónica LÓPEZ BORDÓN
Escritora y Periodista
www.monicalopezbordon.com
@MonicaLBordon
*Artículo publicado en el número 2.320 del semanario Puerta de Madrid. Alcalá de Henares. Sábado 8 de marzo de 2014
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Octavio y Julio fueron dos grandes plumas, cada uno con su estilo y su tiempo, que dieron vida y rompieron con viejos arquetipos en la escritura. Justo y acertado homenaje a Cortázar que seguiremos puntualmente.