Este fin de semana he conocido la casa de mis bisabuelos. Tiene más de doscientos años y se encuentra en un hermoso paraje del Bierzo: Pradela. Recuerdo que cuando era pequeña fui alguna vez a recoger castañas en el mes de noviembre, recuerdo los asados de chorizo y pan caliente, el vino, las risas…Este fin de semana volví a viajar a ese Bierzo del alma que enamora y todo surgió sobre la marcha y de la manera más inesperada, como suele pasar siempre; y tengo que reconocer que fue toda una experiencia. Aparecieron por allí tíos, primos, me enseñaron la única foto de mi bisabuela que tienen, se llamaba Lucía y tenía una expresión, quizás un poco lejana, en su rostro. Fue conocer algo de las raíces, de los orígenes, del pasado, saber y construir un pasado para poder vivir el presente.
De Pradela puedo decir que es un pueblo de montaña rodeado de castaños, de árboles, de prados en color verde y dorado del final del otoño y que anuncia la llegada del invierno, ya inminente. Tendremos que volver en primavera. Es de esos pueblos que en cualquier otra estación del año su alegría de vida cambia.
Y como cada vez que viajo por allí siempre me llevan a conocer algún sitio nuevo pues esta vez fue Corullón y un espléndido hotel rural que se llama Villa Mencía y que les recomiendo. Por fuera parece una casa de cuento noruego y por dentro una comida exquisita, un lugar acogedor, una degustación exclusiva y ese encanto que atrapa nada más entrar entre el blanco, el amarillo, las flores en la mesa…
Y como colofón escribo esta columna en Baiona, al lado del mar, un día de lluvia donde las olas rompen fuertes, bravas y enfurecidas en el muelle y el Atlántico está gris pero magnífico. El mar, el poder del mar, su horizonte, su magnitud y la grandeza de la inmensidad.
Todo huele ya a Navidad, las calles llenas de luces, los escaparates con la nieve y el carbón, los niños escribiendo cartas de regalos y la vida pasando a cada instante como dice Luis Cernuda en La realidad y el deseo, pasando sin tregua, partiendo, llegando y todo pasa…Se va acabando el año y fin de año no es un día, es un año.