Esta semana he recibido una preciosa edición del libro “Una temporada en el infierno” escrito por Arthur Rimbaud y publicado por la editorial Altamira. Rimbaud es uno de los grandes poetas franceses que publicó su obra con tan sólo quince años y sin embargo ha dejado una huella insustituible en una de las mejores generaciones de la poesía francesa y la poesía universal. En vida tan sólo publicó dos libros: “Iluminaciones” (1886) y “Una temporada en el infierno” (1873). Una de sus primeras influencias y la que definirá sus comienzos es la obra de Víctor Hugo y concretamente “Los Miserables”. Un tiempo más tarde conocerá a otros dos poetas franceses que serán claves en su escritura, primero Verlaine y después Mallarmé. Todos ellos lograron ser literariamente diferentes y únicos en una misma época de la historia.
En esta ocasión volver a leer “Una temporada en el infierno” ha sido de nuevo un descubrimiento gracias a la maravillosa introducción de René Char que nos permite estudiar, leer y disfrutar la poesía de Rimbaud desde distintos puntos, algunos de ellos muy curiosos. Me gusta especialmente este fragmento: “Es preciso considerar a Rimbaud bajo una sola perspectiva: la de la poesía. Cada movimiento de su obra y cada momento de su vida son partícipes de una empresa que parece guiada a la perfección por Apolo y Plutón la revelación poética de todas la menos velada, aquella que, en tanto que ley, se nos escapa pero que, bajo el nombre de fenómeno noble, nos frecuenta. Estamos advertidos: fuera de la poesía, entre nuestro pie y la tierra que pisa, entre nuestra mirada y el campo que abarca, el mundo no existe. La verdadera vida, el coloso irrecusable, no se forma si no en los flancos de la poesía”. Arthur Rimbaud es uno de los grandes poetas de la historia que merece ser leído desde la autonomía y la fuerza de cada uno de sus poemas, todos ellos con vida propia.
Mónica LÓPEZ BORDÓN
Escritora y Periodista
www.monicalopezbordon.com
@MonicaLBordon
*Artículo publicado en el número 2.316 del semanario Puerta de Madrid. Sábado 8 de febrero de 2014. Alcalá de Henares.
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