Muchas cosas son las que se han dicho sobre la película dirigida por Isabel Coixet, La vida secreta de las palabras, ganadora de cuatro Premios Goya este año. No sé por donde empezar porque es la suma de muchos pequeños detalles lo que construye esta película brutal, de denuncia, comprometida, humana. Dos horas de atención donde nadie del público (la sala llena) se mueve. Isabel Coixet es una mujer muy muy especial que poco a poco se ha ido introduciendo, y de qué manera en el panorama cinematográfico nacional e internacional. Su cine se ve en muchos lugares del mundo y eso es bueno teniendo en cuenta la crisis del sector durante este último período. Y la directora vuelve a sorprender con esta nueva película. Que es brutal. Denuncia la vejaciones que sufrieron las mujeres de los Balcanes hace diez años a consecuencia de la guerra que enfrentó a todo el territorio, las violaciones producidas por los soldados (lugareños, de la ONU, etc), los asesinatos, los secuestros…todo ello encarnado en la piel de una Sandra Polley que se transforma cuando ríe, dos actrices diferentes en un mismo cuerpo. Por otra parte el personaje masculino es Tim Robbins. Trabaja en una petrolera en medio del mar, sufre un accidente fortutito y recibe los cuidados de Hanna (Sandra Polley) durante un tiempo de reposo y recuperación. Ambos establecen una estrecha relación de confesiones, una historia con esperanza, oscuridad, silencio, dolor, seguridad, secretos, palabras…
Dice la propia Coixet: <
Aprender a nadar para no naufragar, para seguir remando, siempre seguir remando. Felicidades Coixet. Felicidades.