Hoy es de esos días extraños en los que me levanto y hago un recorrido por todos los libros de mi biblioteca. Necesito esa soledad acompañada, encerrarme en la habitación e ir desgranando verso a verso, página a página lo ya escrito. En esta ocasión, no sé porqué, elijo a Carilda Oliver Labra, a Vicente Aleixandre, una novela de Loynaz, Rosalía de Castro y Huidobro. Tampoco sé lo que busco, pero ustedes saben que siempre, siempre, en un libro se termina encontrando algo, incluso, lo más inesperado.
Alguien me hablaba esta semana de la «magia» de la escritura y me preguntaban que si lo mágico de escribir tenía algo que ver con esa inspiración de la que tanto se ha hablado. Y claro, cuando respondes que no, que todo es con trabajo, trabajo y más trabajo pues, va la gente y se desilusiona.
Enganchando con esa desilusión, en la misma conversación, empiezan a hilar todo esto con la película El Ilusionista, y la verdad, la ocurrencia nos arrancó un montón de carcajadas a los allí presentes. Como vi a la gente tan afanada y entusiasmada fui a ver la película por pura curiosidad y la verdad es que salí riéndome del cine. Me pareció magistral el final, algo que valida toda la película. De belleza exquisita, rodada en Viena, casi en color sepia, trajes de época y el ilusionista y la magia… Pienso que fue muy locuaz mi colega cuando intenta juntar la magia de la escritura con la magia del cine; y por supuesto entre magia y magia y las musas. El cine es el cine, tiene múltiples funciones y como dice El Ilusionista una de las principales es entretener. La escritura es otra cosa, dejar la vida, para la poesía hay que darle algo más que el tiempo, la desnudez de la piel, el vacío de la palabra, el abismo, la incertidumbre. Hoy me doy cuenta que hace ocho años empecé en el Taller de Poesía Grupo Cero en Alcalá de Henares y claro, veo que para mí, también pasa el tiempo y es fuerte, muy fuerte pensar en la muerte como lo hace Huidobro, Aleixandre o Carilda. En un descuido tomo el Romancero Gitano de Lorca y siento que la vida, siempre, es volver a empezar.