Cuadro de Vladimir Volegov |
No sé cómo decir
con palabras de este mundo
que abandoné el paraíso de la memoria
que salí de mí
y llegué a lo que existe
a esa flor abriéndose a la tarde,
a tus manos enamoradas,
a tus ojos desatando mis ojos.
Tengo el amor y la pasión,
piedras preciosas latiendo
en nuestros corazones sellados de armonía.
Tú elegiste acostumbrarte a mí
con la certeza de acompañar
nuestras miradas.
Dibujamos un mosaico mágico
con besos y sin razones,
jamás supimos del vértigo.
Yo y la que fui nos sentamos
en nuestro mar de tinta y de papel
llevándonos de la mano del viento.
Jamás supimos del miedo,
jamás lo supimos.
Otros poemas:
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La madurez es todo
Amazona
Como Pizarnik llevas la poesía en las venas y es un placer leerte.
Un abrazo y feliz fin de semana.
Mónica este poema me huele a vida, a ganas de vivir. Bello.
Querida Albany, un beso enorme!!!
Hola Rafael, me alegra que te guste el poema, su título es un verso de Alejandra Pizarnik, una de mis preferidas 🙂 Un fuerte abrazo