Los vínculos intergeneracionales son fundamentales para que los adultos mayores transiten un envejecimiento exitoso. La meta es establecer relaciones más satisfactorias y basadas en el respeto entre las diferentes etapas del ciclo vital, logrando poder aprender y comprender a cada una sin juzgar o discriminar.
Beneficios de los vínculos intergeneracionales:
• Construir valores sociales de solidaridad y respeto hacia todas las edades.
• Crear redes de apoyo para acompañar a los grupos etarios excluidos socialmente.
• Aportar conocimientos para combatir los mitos y prejuicios en relación a la vejez.
• Sostener en el adulto mayor el rol de transmisor cultural.
A lo largo de la Historia se ha producido continuamente una ambigüedad hacia la vejez, que se sigue produciendo actualmente: la vejez considerada como experiencia y sabiduría y la vejez entendida como desagrado, decrepitud y antesala de la muerte. El paso de una sociedad agrícola-tradicional a una sociedad urbana industrializada no ha hecho más que acrecentar diversos cambios que han afectado negativamente a las personas mayores. De forma general, de un tiempo a esta parte las relaciones que antes eran inexorablemente entre generaciones, hoy son cada vez más individuales de cada grupo de edad y, en definitiva, de los distintos conjuntos de iguales. Esta característica quizá tenga que ver con el vertiginoso ritmo de vida, la competitividad y el sentido de la productividad económica que nos embarga en nuestros días. Paralelamente, está totalmente aceptada la idea de que la comunicación intergeneracional es un mecanismo importantísimo para superar los prejuicios generacionales, propiciando la desaparición de tópicos y conduciéndonos a tener una visión global de la persona, alejada de las consideraciones que hacemos sobre la edad.
Es a partir de los años 80 cuando, de una forma importante, se incrementa la importancia de las relaciones entre abuelos y nietos y esto es debido a factores como: El incremento de la expectativa de vida, el aumento de las familias multigeneracionales, lo que implica un aumento de la importancia de las relaciones intergeneracionales en el seno de la familia, los cambios generacionales donde los abuelos actuales tienen unas características muy diferentes a los abuelos de generaciones anteriores.
Según un estudio realizado por Kennedy de las actividades lúdicas y de ocio que comparten abuelos y nietos se han contabilizado un total de 24 actividades diferentes agrupadas en cinco grupos diferentes: Sociabilidad (Hablar, ver la TV, reuniones familiares, etc); Compañerismo (contar historias, hacer deporte, jugar, ir a pescar, etc.); Ayuda doméstica (cocinar, trabajo de la casa, compra, etc.); Ocio de los abuelos (comer fuera, ir de paseo, etc.); Ayuda exterior (huerto, negocios, ,actividades exteriores, etc.). De las anteriores, la que aparece con más frecuencia es la conversación. Se conversa acerca de muchos temas: experiencias de vida de los abuelos, del colegio de los nietos, de las amistades, de los deportes, etc. En el género femenino dibujar, escribir y hacer deberes del colegio son actividades más compartidas con las abuelas.
¿Qué aspectos positivos aporta la relación intergeneracional?
Los ancianos que participan en un programa con niños se vuelven más activos y menos propensos a enfermedades, mientras que los menores mejoran sus resultados escolares, según concluye un informe pionero del Estado. En los programas intergeneracionales participan niños, jóvenes y ancianos, y en ellos mejoran su conocimiento mutuo y aprenden valores de ocio, sociales y solidarios. Otros impactos positivos que reciben las personas mayores al formar parte de un programa intergeneracional son una mejora de la capacidad para enfrentarse a las enfermedades, el desarrollo de habilidades en el uso de nuevas tecnologías y una mayor integración a la vida comunitaria. Estudios que también revelan que los niños y jóvenes que intervienen en un programa intergeneracional aumentan su sentimiento de responsabilidad social, tienen una percepción más positiva de los ancianos, tienen menos probabilidades de implicarse en un acto violento y en el consumo de drogas y refuerzan su autoestima y confianza.
Según José Luis Pinillos, “Cada edad tiene sus ganancias, sus pérdidas, y hay que saber aceptarlas. Todas las edades son necesarias. No hay edades superfluas: Ni la de los niños, ni la de los jóvenes, ni la de los adultos, ni la de los mayores, todas son complementarias. Se necesitan unas a otras, y la vida no es unilateral, ni está cerrada y marcada. Hay muchos caminos, pero hay personas que por algunas razones, se cierran caminos que siempre están abiertos…”.
Ana Enjuanes García
Neuropsicóloga de Vitalia Alcalá de Henares