Rafael Alberti es un poeta muy especial. Varias semanas por distintas circunstancias está apareciendo su nombre, su poesía, su pintura, su permanencia histórica. Estudiar la vida, los amores, los trabajos de los poetas, en muchos casos es muy interesante para obtener datos de su hacer cotidiano.
Es cierto que hay algunos artistas que han destacado por sus excentricidades o enfermedades, algunos casos, hay otros que sus vidas son un ejemplo y en este caso, tengo que reconocer que me he quedado enamorada de la vida de Alberti y María Teresa León durantes cincuenta años, una historia de amor que ha producido tantos libros, tantos poemas, tantos cuadros, tanta pintura. He dado un paso más allá y no me he quedado en Alberti, descubrir a María Teresa León ha sido una gran sorpresa: inteligente, serena, trabajadora, bella, feliz, cómplice, compañera…
Tras treinta y ocho años de exilio compartido, Alberti y María Teresa León regresan a España, corre el año 1977, plena Transición española y llega alguien que ya se había convertido en un símbolo para la lucha por la paz, presente en la más dilatada vida social, cultural y política del país. Llegaba Alberti pronunciando esas palabras que han pasado a la historia: << Me fui con el puño cerrado y vuelvo con la mano abierta en señal de concordia>>. Fue amigo de Federico García Lorca, Pedro Salinas, Salvador Dalí, Buñuel, Aleixandre, Gerardo Diego, Dámaso Alonso y Jorge Bergamín, en la Residencia de Estudiantes de Madrid.
Años más tarde conoce a Luis Cernuda, Manuel de Falla, Pablo Neruda y Dolores Ibárruri. En sus años de vivencia en Italia se codea con directores de cine y poetas italianos como Vitorio Gasman. Amó primero la pintura y después le llegó la poesía. Veo fotos de sus viajes y hay un paisaje especial, posiblemente sean esas miradas penetrantes de fuerza, en el blanco y negro de la época les hace más misteriosos. Su obra, traducida a casi todos los idiomas posibles actualmente sigue vigente y lo seguirá estando. Marinero en tierra, Capital de gloria o Entre el clavel y la espada, son algunos de sus libros con estupendos poemas caligrafiados.