Como no podía ser de otra manera la llegada de la película Mamma Mia! A la gran pantalla ha sido todo un éxito. Sobre todo, muy refrescante para llegar con humor y risas al casi casi final del verano.
En esta ocasión la elección de Meryl Streep y Pierce Brosnan como anzuelos para el público suma puntos pero todo hay que decirlo: el éxito es como siempre de ABBA, ese grupo musical que no reconoce generaciones porque su música ha pasado sin morir de unos a otros ¿quién no se sabe algún estribillo de sus canciones? Ese «chiquitita dime porqué…» que ha dado la vuelta al mundo en infinidad de idiomas, algunos de ellos incluso impronunciables.
La película es divertidísima y la apuesta por el musical parece que es algo como muy simple y sencillo. Escoger una docena de canciones y adaptarlas a las distintas situaciones de la película y diálogos de los personajes, esto más el condimento del escenario: una preciosa e idílica isla griega con la que, estoy segura, todos soñaríamos en algún momento en visitar; un hotelito atendido por una madre soltera que cantaba, en un grupo musical con dos amigas «únicas», en todos los sentidos; una joven hija y muy especial que se va a casar (Sophie) y que sigue buscando a ese padre idílico que le encantaría conocer y descubrir. Situaciones cómicas con un atractivo Pierce Brosnan a la cabeza al que lo único que le falla es el doblaje de la voz (algo extraño desde el principio pero es un sonido al que los oídos se van acostumbrando poco a poco) y una Meryl Streep que no se corta un pelo en ponerse el mono azul y …a trabajar.
Dirigida por Phyllida Lloyd vuelve a conseguir una vez más, en las tantas y tantas versiones que se han hecho, que la actuación, la música, el humor y la parodia sean complementarias y diviertan al público. Ideal para pasar un rato refrescante y divertido.