Ahora sí. Nos vamos de vacaciones. Llevo toda la semana pensando en esta columna para que se vayan con ganas y con vida a descansar. Este mes la propuesta es libros, libros, libros y POESÍA. Estoy extraña, me siento entre alegre y triste, una ambivalencia del ser humano. Sé que voy a regresar con las pilas cargadas, ¡que para eso son las vacaciones!, y además, viene un final de año apoteósico: saldrá el libro Mitos Azules, habrá presentación-recital, otro recital en noviembre en la Sala Margarita Xirgu y en diciembre algo surgirá. Como ven hay que cargar pilas. En este mes voy a aprovechar para releer Confieso que he vivido, de Pablo Neruda; leeré lo último de John Le Carré, Amigos absolutos, y por supuesto poesía: César Vallejo, Dámaso Alonso, Lorca, etc..
Pueden aprovechar para ir al cine y ver la comedia de Ladykillers o lo último de Michael Moore, Farenheit 9/11. Acabo de leer en la prensa que en Alemania han recuperado la historia verdadera del soldado nazi de El Pianista, una de las películas que más me ha fascinado del cine de nuestro tiempo; espero que traduzcan pronto el libro, mientras podemos aprovechar para volver a ver el trabajo de Spilberg. También escribiré, seguro que México me descubre algún horizonte impensable. Ya les contaré a la vuelta. Seguiré escribiendo, seguiré viviendo, seguiré agarrándome a la vida. Vivir para contarla. Lean a García Márquez, es un tributo a la libertad, a la imaginación, a la literatura, al periodismo, a la escritura, al amor. Les fascinará.
Y nos despedimos, hasta la vuelta, con Pablo Neruda, para celebrar sus cien años de nacimiento, el poema Siempre: «Antes de mí/ no tengo celos. Ven con un hombre/ a la espalda, /ven con cien hombres en tu cabellera,/ ven con mil hombres entre tu pecho y tus pies,/ ven como un río/ lleno de ahogados/ que encuentra el mar furioso,/ la espuma eterna, el tiempo./ Tráelos todos/ adonde yo te espero: / siempre estaremos solos,/ siempre estaremos tú y yo/ solos sobre la tierra, para comenzar la vida.»