Asisto, impactada desde los diez primeros minutos, a la obra «Nunca estuviste tan adorable» en el Teatro Valle Inclán. Podríamos definirla algo así como lo absurdo de lo absurdo o la confusión en todos sus términos.
Esta obra está dirigida por Javier Daulte y según nos cuenta en la presentación es una obra que él ya estrenó hace varios años en Buenos Aires y que Gerardo Vera, el director del Centro Dramático Nacional, le invitó a representarla esta temporada en este teatro de España.
La cuestión es que nos muestra una fórmula de familia que ha podido ser la suya, no lo dudo, pero que desde luego está presentada desde la incultura, la histeria, la depresión y la locura en todos sus términos. Como escuché en el teatro, a algún espectador algo indignado e incómodo, sobre todo en un momento donde hay agresividad y agresión de la madre al hijo y que sobresaltó al público en un silencio y en una mirada de desaprobación a esa escena «familiar».
Desde la incomunicación de todos los miembros de la familia, a la mujer dominante y preocupada sólo por el dinero del hombre con el que vive pero que no ama, el hombre de nombre Salvador llega para «salvar» a una mujer que tiene idealizada pero que él tampoco ama, los hijos como dos peleles y «posesiones» de la madre, que maneja a su antojo. La amiga de la madre deprimida y la amiga de la hija como la adoptada de la familia. En fin, que a muchos nos faltaba el aire después de dos horas de gritos o de volumen «demasiado alto», de confusión, de surrealismo barato. Hay otras formas de familia, de conversar, de vivir y de pensar porque esta que nos presenta el director Daulte ni siquiera es agradable para el teatro. En el reparto están Anabel Alonso y Lourdes Barba, entre otros, dos actrices estupendas haciendo un papel un tanto extraño en sus carreras.