Por la paz, el diálogo, la conversación, el respeto, el amor, la amistad. Por los que murieron el fatídico 11 de marzo de 2003. Por los que quedamos vivos y llenos de dolor. Por todos y para todos. Lloramos lágrimas negras.
Ahora más que nunca, Si es posible el poema, es posible la vida. De Miguel Hernández, Eterna sombra: » Yo que creí que la luz era mía, / precipitado en la sombra me veo./ Ascua solar, sideral alegría/ ígnea de espuma, de luz, de deseo./
Sangre ligera, redonda, granada:/ raudo anhelar sin perfil ni penumbra./ Fuera, la luz en la luz sepultada./ Siento que sólo la sombra me alumbra./
Sólo la sombra. Sin astro. Sin cielo./ Seres. Volúmenes. Cuerpos tangibles/ dentro del aire que no tiene vuelo,/ dentro del árbol de los imposibles./ Falta el espacio. Se ha hundido la risa./ Ya no es posible lanzarse a la altura./ El corazón quiere ser más de prisa/ fuerza que ensancha la estrecha negrura./
Carne sin norte que va en oleada/ hacia la noche siniestra, baldía/. ¿Quién es el rayo de sol que la invada?/ Busco. No encuentro ni rastro del día./
Sólo el fulgor de los puños cerrados,/ el resplandor de los dientes que acechan./ Dientes y puños de todos los lados./ Más que las manos, los montes se estrechan./ Turbia es la lucha sin sed de mañana./ ¡Qué lejanía de opacos latidos!/ Soy una cárcel con una ventana/ ante una gran soledad de rugidos./ Soy una abierta ventana que escucha,/ por donde va tenebrosa la vida./ Pero hay un rayo de sol en la lucha/ que siempre deja la sombra vencida.»
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