Quiero celebrar el Día de la Mujer Trabajadora de una manera especial: celebrándolo también con las trabajadoras de la poesía. Acabo de abrir el número 95 de la revista de poesía Las 2001 noches que dedica en un gran titular: TRABAJADORAS DE LA POESÍA.
Juntar las palabras, mujer, trabajadora y poesía es un grado de libertad infinito y el trabajo para la mujer es su independencia… Me encuentro, con gran satisfacción, una selección de la mejor poesía de mujeres claves en la historia de la escritura. De este siglo y de otros siglos, pero que, en todas ellas, está esa mirada de futuro imprescindible en cada verso.
Olga Orozco, Sor Juana Inés de la Cruz, emily Dickinson, Rosalía de Castro, Gloria Fuertes, Carilda Oliver Labra, Gabriela Mistral, Alfonsina Storni, Alejandra Pizarnik, Concepción Silva Belinzón y Virgina Woolf, en un espacio inmensamente magnífico.
Escribir de la mujer en un siglo donde ¡hay todavía tantas cosas por hacer, tanto por construir, tantos pasos por dar…! es una manera de decir que estamos estudiando a la mujer en todas sus concepciones, en todos sus ámbitos: laboral, creación, psíquico, familiar, de pensamiento, de ideología. Siempre digo que el campo de lo psicoanalítico, de la palabra, del deseo inconsciente ha abierto una gran puerta a la mujer. Desde luego que hay mucho por «explorar», pero se ha dado un paso de gigante: hablamos.
Estoy en esta lectura cuando me doy cuenta: ¡este fin de semana estamos de doble celebración!: El sábado es el Día de la Mujer Trabajadora y el domingo, ¡a votar! Votar, un derecho que la mujer tardó tantos años en conseguir para validar su voz. Por eso llegados a este punto casi final les digo que me alegra y que me hace feliz ser una mujer trabajadora y que me alegra y me hace feliz tener derecho al voto. Ambas son decisiones que, en la elección, nos llevan a tener una vida u otra.
Felicidades a todas las mujeres, a las trabajadoras y a las que de la poesía hicieron un camino de libertad.
Felicidades.