Nicolás Maquiavelo escribió “El Príncipe” en 1513 basándose en su propia experiencia y en el legado de Tito Livio, el famoso historiador romano que nos ha permitido conocer con su Historia de Roma esta ciudad desde su fundación hasta sus grandes conquistas. Maquiavelo inauguró el pensamiento político moderno con esta novela que en realidad, además de ser un tratado político, es una carta que dirigió personalmente a los Médici tras encarcelarle por conspiración.
Resulta que este libro era una de las lecturas de las clases de Filosofía de antaño y parece que ahora vuelve a ocupar los primeros lugares de lectura por distintos motivos: uno de ellos se debe a la competitividad potenciada por el conocido mundo 2.0 y que ha empezado a nutrirse, entre otras vías, de obras modernas para el sector de la economía, de la comunicación, de la filosofía o de la ciencia. En el año 2013 se celebraron los 500 años de la publicación del primer ejemplar de “El Príncipe” y volvió a gozar de la aceptación que siempre ha tenido este libro que nos invita a una lectura entrelíneas muy sagaz que vale para el buen gobierno entendido como política pero también para un buen gobierno de la vida desde las buenas leyes, el orden o la disciplina.
Como sabemos las lecturas de los libros dan lugar a múltiples comentarios y explicaciones, de hecho cuando leemos un libro por segunda o tercera vez descubrimos cosas que en las veces anteriores no nos habíamos detenido. Cada lectura es diferente para todos los lectores, en la diversidad está el gusto. Unas veces nosotros elegimos los libros y otras nos eligen ellos a nosotros.
En esta relectura de “El Príncipe” de Maquiavelo me quedo con tres de los principios básicos que apunta para la paz: el valor, la prudencia y la fidelidad.
Mónica LÓPEZ BORDÓN
Escritora y Periodista
www.monicalopezbordon.com
*Artículo publicado en el número 2.364 del semanario Puerta de Madrid. Alcalá de Henares.Sábado 14 de febrero de 2015.
