Había visto millones de imágenes de Nueva York en televisión, películas, libros, incluso me la había imaginado a través de las letras de las canciones. Nada comparable a la realidad. Mi primera visita a Nueva York ha sido tal y como me la habían contado aquellos que ya habían disfrutado de esta ciudad: increíble, maravillosa, bella y grandiosa. Hay veces que hasta se acaban las palabras para definirla. Especial desde que llegas a través del maravilloso puente de Manhattan y, sobre todo, si es al atardecer o de noche, adentrarse en las calles de esta ciudad es todo un crisol de razas, de gentes, de colores, de olores, un movimiento constante que no cesa en ningún momento. La vista desde el Empire State con Manhattan al fondo es algo impagable, los paseos por Central Park, la estatua de la Libertad desde Battery Park y por supuesto el silencio y el respeto que se transmite en la Zona Cero con un monumento homenaje a los desaparecidos en el 11-S en forma de fuente y grandes cascadas con todos los nombres alrededor del inmenso cuadrado que ocupaba una de las torres. A su lado siguen construyendo un museo que llevará el nombre de 9/11 y que está todavía en plena obra y parece que será para largo tiempo.
La ciudad de los rascacielos proyecta inmensidad en todas sus calles, cada edificio tiene su nota característica de belleza. La Quinta Avenida, Madison Square, el Rokefeller Center o la joyería Tiffany & Co nos lleva a recordar escenas de películas o de series que identificamos de otra manera. Me encantó visitar el MoMA, el museo de Arte Moderno de Nueva York. Ver el cuadro original de “La noche estrellada” de Van Gogh y la sala entera dedicada a Picasso es impresionante, igual que “Los nenúfares lilas” de Monet o los maravillosos originales de Gustav Klimt. Nueva York, una ciudad única y que desde luego merece ser visitada, al menos, una vez en la vida.
Mónica LÓPEZ BORDÓN
Escritora y Periodista
www.monicalopezbordon.com
@MonicaLBordon
*Artículo publicado en el número 2.355 del semanario Puerta de Madrid. Sábado 27 de septiembre de 2014. Alcalá de Henares.