Qué alegría me dio abrir este periódico y encontrarme con una foto de la pintora Mabel Vetri y el grupo de alumnas que han estado exponiendo desde el 12 al 24 de enero de este año en la sala alcalaína Manolo Revilla. Desde luego que no lo dudé ni un minuto y el sábado acudí a hacer una visita a la sala de exposiciones. Tampoco sé muy bien cómo comenzar esta columna, me unen a Mabel Vetri varias cuestiones: una profunda admiración por su pintura, que es delicada, suave, transparente, mantiene un diálogo permanente con la poesía y la conjugación de la pintura de una manera exquisita; un amor por la vida, que cuando conversamos queremos explicar y se convierte en tarea imposible, su permanencia y dedicación, su vocación artística de la que tantas veces hemos hablado y su deseo de exponer en Alcalá de Henares o en Madrid, algo que apoyo y a lo que me sumo. ¡¡¡ESPERO QUE LO PODAMOS DISFRUTAR EN BREVE !!!
En ella hay un compromiso constante con el dibujo. Destaco esta cuestión porque Mabel Vetri en cada conversación artística siempre destaca lo fundamental del dibujo, dibujar, empezar por lo básico para llegar a lo más complejo: el óleo. En su afán de enseñar trata de hacer comprender que la pintura no es algo de hoy para mañana, es un amor de largo recorrido, para toda la vida.
Su taller de pintura es especial. Una habitación llena de caballetes, de paletas impregnadas de colores, una mesa grande y todo lleno de luz. En esta ocasión hemos podido disfrutar de la pintura de ocho mujeres que se están formando en su taller y la verdad, hoy en día reunir a ocho mujeres en torno a la pintura no es tarea fácil. Han expuesto su obra: Marisa Salamanca, Conchi Bardera, Mª Jesús Testor, Natalia Fernández, Rosa Rubio, Rosi Fernández, Dador Picouto y Carmnia Martínez. Felicidades a todas y un saludo muy especial a Rosa, que como buena anfitriona se convirtió en una guía fantástica de la muestra.