Este fin de semana fui al teatro a ver la obra La mujer de negro. Protagonizada por Emilio Gutiérrez Caba y por Jorge de Juan, es un espectáculo de sonidos, imaginación, ingenio…que entretiene al espectador.
En esta ocasión la obra está dirigida por Eduardo Bazo, adaptada por Stephen Mallatratt sobre la novela de Susan Hill y la versión es de Juan Vi Martínez Luciano y Ana Gimeno Sanz.
Recuerdo que hace ya muchos años, tantos que no logro acordarme, vi otra adaptación de esta obra en el Teatro Salón Cervantes. Salí emocionada porque me habían hecho sentir en la piel el miedo que se puede pasar en el teatro. Si los actores pueden, todo es posible. Llegué con ese recuerdo del pasado al Teatro Infanta Isabel, que es donde pueden ustedes disfrutar de esta obra, de nuevo llena de curiosidad. La verdad es que merece la pena para pasar un buen rato. Emilio tiene una cantidad de registros diferentes que impresiona, es hombre de teatro y se nota. Jorge de Juan lleva el peso de ser el eje central del relato y también merece el aplauso: es técnico, pulcro en movimientos, exacto, y al mismo tiempo, moldeable a la escena, tanto que encaja en cada escena a la perfección.
Sencilla y sin pretensiones, La mujer de negro necesita del espectador su complicidad, su mirada, su inquietud, su incertidumbre y hasta su angustia en algunos momentos claves de la representación y conste, que lo consiguen.
Además, poder disfrutar de este emblemático teatro es una oportunidad de poder disfrutar de la viva voz de los actores, del sonido ambiente, del silencio y de una historia sobre el escenario que invita al espectador a ser uno más en la trama. Aquí la escucha es tan importante como la mirada, sobre todo, por si oyes el silbido de la falda de la mujer de negro cerca de ti y te pone una mano en el hombro cálidamente….
Esta obra se lleva representando en el West End londinese dieciocho años, nueve en México y más de cinco millones la han visto en todo el mundo.