Hoy escribo esta columna justo cuando acaba de terminar el partido del Eurobasket. Jugaban la Selección Española contra la Selección Rusa. Ha ganado Rusia por un punto: 60-59. Escribo todavía con las taquicardias que vengo sumando desde ayer sábado, cuando fui al Palacio de los Deportes a ver, en vivo y en directo, la semifinal del campeonato europeo. Simplemente, espectacular. Jugaron España y Grecia, y aunque no nos lo pusieron nada fácil, que también por algo, hasta el momento, eran los campeones de Europa, pues ganamos de unos cuantos puntos. A parte del espectáculo, aquellas gradas eran una inmensa olla a presión donde la música no cesaba, los ánimos, los gritos, las banderas. Me divertí muchísimo cuando escuché la canción de Manolo Escobar, ¡Qué viva España! Por los altavoces y también la de La Violetera, y por supuesto aderezada la animación con diferentes pasodobles para animar el ambiente.
Tengo que reconocer que esta columna se iba a titular ¡Campeones! Pero, con el giro en el marcador pues no quiero dejar de escribir sobre el equipo que entrena Pepu Hérnández, que tiene el mérito de haber sabido crear equipo, cosa que no es fácil cuando tiene jugadores internacionales de la talla y calibre de Pau Gasol y Garbajosa, por ejemplo. Me encanta la «bomba» Navarro, porque tiene una agilidad ingeniosa y porque el triunfo es de todos, en este caso, de la Selección Española. También es cierto que en los deportes hay que saber ser deportivos: aceptar el triunfo y la derrota. En el partido de la final se perdieron muchos tiros libres, muchos balones, fallos, nervios…Ya no podemos pensar en el típico: «si hubiésemos ganado…» ahora lo que vale es pensar el futuro, corregir errores y trabajar esa ansiedad, esos nervios y esa agresividad que hemos visto hoy en la cancha. Nos jugábamos un título importante y, esta vez, no pudo ser por un punto. Seguimos siendo los Campeones del Mundo. Felicitaciones a todos ellos. Jugaron por la victoria hasta el último minuto.