Decía Olga Orozco que “El poeta ve lo poético aun en las cosas más cotidianas.” Algo que ella hizo a lo largo de toda su vida verso tras verso, poema tras poema. Pensé que de la poesía de Olga Orozco no quedaba más por descubrir o publicar, es de las autoras más estudiadas y respetadas en el mundo editorial pero, hace unos días me enviaron una antología publicada por Ediciones en Danza que se titula “El jardín posible”; una selección realizada por Marisa Negri que nos vuelve a dar otra visión de la poesía de Orozco al ser editada de esta manera. Un jardín lleno de flores que la poeta va desgranando a cada paso de su vida. Desde lo íntimo a lo social, del amor a la muerte, de la nostalgia a la pasión por vivir. Olga Orozco es una de las poetas magistrales de la que siempre se aprende y se disfruta. Ella hablaba de dos de sus grandes influencias: el poeta lituano Óscar Milosz y el poeta español Luis Cernuda. De ambos aprendió y se transformó en la poeta que decidió escribir en verso largo, intenso, inteligente y muy original.
Un mundo de realidades que cada uno descifró y describió a su manera, ella tomó la sencillez por la que siempre destacó Luis Cernuda: “Porque en la vida no hay más realidades que éstas: un destello de sol, un aroma de rosa, el son de una voz; y aun así de vanas y efímeras son lo mejor del mundo, lo mejor del mundo para mí”. Este jardín posible es, como escribe Marisa Negri, una casa que está viva, habitada y llena de emoción.
La obra de Olga Orozco comprende, entre otros, títulos como Desde lejos, La oscuridad es otro sol, la noche a la deriva, Con esta boca en este mundo o Eclipses y fulgores. Y como comienzo de ese viaje la presentación de lo que nos vamos a encontrar al iniciar la lectura: “Bajo las lluvias de marzo ha florecido el jazmín”.
Mónica LÓPEZ BORDÓN
Escritora y Periodista
www.monicalopezbordon.com
@MonicaLBordon
*Artículo publicado en el número 2.325 del semanario Puerta de Madrid. Sábado 12 de abril de 2014. Alcalá de Henares.
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