PRÓLOGO al poemario bajo el título SELVA LÍRICA de Mónica López Bordón, por el poeta José Antonio Valle Alonso
Mónica López Bordón es una poeta lírica en esencia, y viene de abrir el alma por la puerta mayor en este exquisito libro de poemas que ha titulado SELVA LÍRICA, un poemario de amor en toda su extensión, marcado a fuego de fiebre en cada latido del alma, en cada pulso del corazón, en cada rincón de la esperanza, en cada golpe de la sangre, en cada verso, en cada rosa herida, floral de la nostalgia, mismo de mañana, sutilísima herida en la boca, en la palabra, vulnerable a las garras del miedo, a la melancolía de la alborada, bajo el tul de la ternura, bajo la luz del sueño, bajo la luz de la eternidad, de la verdad desnuda, en cada beso, en cada poro de la noche, en cada miedo de mañana, con bellas imágenes repartidas por todos los senderos que dan al amor en esta SELVA LÍRICA.
Poesía diáfana y sensorial que sabe llegar hasta las simas más profundas, a los lugares más de olvido, más de gris, más de negro, más de lluvia, más de silencio, más de soñar despierta, más de melancolía…
Pero Mónica López Bordón tiende un velo de sensibilidad y hace que florezca la poesía al regazo de la almohada, Selva Lírica se me antoja en un exquisito ramillete de flores silvestres cogidas aquí y allá por los lindones de la vida para guardar en el búcaro de los sueños.
SELVA LÍRICA derrama ternura por las cuatro paredes del beso, por las cuatro columnas del verso, con un lenguaje depurado, armónico y diáfano, enarbolando abundantes y bellas imágenes extensivas al calor de la emoción, “la tarde y sus labios tanteaban mi vida”.
Mónica López Bordón se sabe portadora de un alma poética y camina por los adentros de la melancolía para no dañar la luz que cada día se asoma a su ventana lírica, sin ataduras que le impidan llegar a los jardines del alma, los más bellos jardines para florecer la poesía, la verdadera luz hecha palabra.
Se sabe llegar calladamente y adentrarse en las madrugadas de largas noches de negra luna, para traer hasta la fuente donde se cita, donde se ve, donde se reconoce y se mira las pupilas en flor, hasta el regazo de papel, un sutilísimo lirio blanco de las dunas, un lirio de miel, un nocturno embriagador, un aroma nostálgico, un bello ramo de ternura para seguir llenándose la piel de madreselva enredada de amor, amor brasa dulce y azul, “a veces en mis sueños azules/ eres la carne del alma”.
O para cantar la eternidad del amor, con la lumbre silente en su garganta, ilesa de otros labios, “y te olvidé en mi reconquista”, en el alba de sus ojos hacen nido los sueños y revolotean los astros en las frondas de sus jardines, en las laderas de su Selva Lírica.
Para volver a las heridas, a la luz florecida del alma, siempre refugio para no olvidar el retorno a la vida, “y lo miré suavemente/sin apartar mis ojos de sus ojos” y se encendió de amor la Selva Lírica.
Mónica López Bordón, exquisita poeta, hoy nos entrega este floral bellísimo de amor de su Selva Lírica, amor hecho selva lírica, o selva lírica hecha amor.
Ha sido un gran placer leer, releer este hermoso poemario, este sutilísimo amor con el que se entrega a la poesía y se deja llevar hacia la luz del alma enamorada, donde hace regazo en la palabra bien templada para sus noches de insomnio, para los días nublos cuando la vida se viste de gris, y cuando amanece un día inmaculado y le sonríe… apenas encendida hecha llama, hecho amor profundísimo.
VERDAD DE DOS
Siento viajar el dolor en la mitad de la noche
y es distante la soledad.
Envuelta en este cuerpo mortal
me reconquisto, recién nacida,
al saber que ya no te recuerdo.
Tracé el mapa de nuestra piel
perseguida por la velocidad del viento.
Giramos en renglones de besos infinitos
quebrándonos sigilosamente
mientras la luna se vestía de silencio.
Caminamos con la vestidura del tiempo,
quedamos rendidos en su espacio,
volaron las gaviotas,
se detuvo la lluvia,
mis palabras acariciaron el otoño,
borré la soledad
y te olvidé en mi reconquista.
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