La muerte de Gabriel García Márquez nos deja un gran vacío intelectual. No sabremos el tiempo que pasará hasta que podamos gozar de un ingenio parecido al suyo. Inmenso e insustituible en el mundo del periodismo y de la literatura nos deja su mejor legado: sus libros. Un autor que no publicó poesía y que sin embargo la amaba por encima de todo.
El día que recibió el Premio Nobel de Literatura en 1982 pronunció un discurso que fue un verdadero homenaje poético: “Quiero creer, amigos, que éste es, una vez más, un homenaje a la poesía. A la poesía por cuya virtud el inventario abrumador de las naves que enumeró en su Ilíada el viejo Homero está visitado por un viento que empuja a navegar con su presteza intemporal y alucinada. La poesía que sostiene, en el delgado andamiaje de los tercetos de Dante, toda la fábrica densa y colosal de la Edad Media. La poesía que con tan milagrosa totalidad rescata a nuestra América en Alturas de Macchu Picchu, de Pablo Neruda, el grande, el más grande, y donde destilan su tristeza milenaria nuestros mejores sueños sin salida. La poesía, en fin, esa energía secreta de la vida cotidiana que cuece los garbanzos en la cocina y contagia el amor y repite las imágenes en los espejos. En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar a los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por su virtudes (…) Es por eso que invito a todos ustedes a brindar por lo que un gran poeta de nuestras Américas, Luis Cardoza y Aragón, ha definido como la única la prueba concreta de la existencia del hombre: la poesía”.
Cada libro de Gabriel García Márquez tiene alma, amor, entrega y mucha poesía, ese realismo mágico que inventó ha traspasado todas las fronteras y es universal. Es el hombre, el escritor, el periodista, el amante del cine y también del silencio. Nos queda, para siempre, su inigualable forma de trabajar. Gracias, maestro.
Mónica LÓPEZ BORDÓN
Escritora y Periodista
www.monicalopezbordon.com
@MonicaLBordon
*Artículo publicado en el número 2.326 del semanario Puerta de Madrid. Sábado 26 de abril de 2014. Alcalá de Henares.
Otros artículos:
El jardín posible. Olga Orozco
La vida era eso. Carmen Amoraga
No hay duda de que se apagó una de las plumas más fecundas de nuestra literatura.
Un abrazo.
Bravo, Monica. Un homenaje que nos refleja al Maestro con gran sabiduría, sencillez y pucritud, así es tu estilo…tu vivir.
Aquí quedáis los buenos para seguir dando lo mejor de vosotros. D.E.P.
Un abrazo