Felicidades Pilar.
Me ha encantado ver en el último número de este periódico el reconocimiento a tus 30 años de profesión y permanencia en el periodismo, en esa tarea tan fascinante como es la de informar, transmitir y estar en la realidad cotidiana, cada día. Triunfar en permanecer y ese homenaje es el triunfo. De nuevo, felicitaciones. Y como sé que eres una enamorada y amante de la poesía, de esa que tantas veces hablamos cuando nos encontramos por sorpresa en la calle o en algún bar pues hoy elijo para ti un poema de Dulce María Loynaz, conocida como ‘la gran dama’ de las letras cubanas. Mujer culta de fuerte personalidad y de alma grandiosa a través de sus versos. Uno de los Premios Cervantes mejor concedidos en toda la historia de este galardón.
De su libro Un verano en Tenerife (1958): » Era aquel un bello día de primavera. Una primavera tan lejana que pasó por la tierra hace doscientos cuarenta y nueve años…Pero todas las primaveras son semejantes, y aquella tenía, como la de hoy, como la de mañana, delgado el aire, cantarines los pájaros, tamizada la luz. Era, pues, un bello día de primavera de 1705, y era en el puerto de Garachico, la perla de Nivaria, el más próspero de la isla, donde fondeaban diariamente naves venidas de todos los confines del planeta. Tenía ese puerto una elegante curva de herradura con boca angosta seguida de buen ensanche y mejor calado, que permitíale albergar crecido número de embarcaciones, ofreciendo a la vez seguro resguardo para las contingencias de un mar siempre batido por el viento. Otras eran también las razones que contribuían al florecimiento de su litoral, entre ellas tres muy poderosas, como el abastecimiento de los navíos de vuelta de las Américas, el cultivo del gusano de seda y el de las viñas generadoras de los famosos vinos de malvasía, los más apreciados en el mundo de aquella época y cuyo secreto desdichadamente parece que se perdió más tarde en la noche de los tiempos (…)».
FELIZ 2006