Hubo demasiadas promesas y demasiadas pretensiones para celebrar la XX edición de la representación del Don Juan Tenorio itinerante. Y de verdad ha sido una lástima. No han tenido en cuenta ni al público ni las limitaciones del lugar. El texto de Don Juan Zorrilla es un clásico excelente que valor por sí mismo, otra historia es la puesta en escena que realice la dirección (en este caso Natalia Menéndez).
Resumen: un sonido horrible que falló durante toda la representación; el actor principal, Marcial Álvarez (Don Juan), exagerado y gritando; escenarios inviables como el rincón de la tercera escena. Si los que estábamos al lado del escenario, y cuando digo al lado es ni a medio metro, no podíamos ver, ni escuchar porque era inaccesible, ¿cómo harían los miles de espectadores del fondo? (Solución fácil: la mayoría se marchó de la representación, respuesta evidente ¿no?). Seguimos con la ubicación de los escenarios: entre tanta innovación aquello fue un jaleo: la gente no sabía adonde tenía que ir. Ni qué decir con la representación del entierro del Don Gonzalo. Le hicieron la vuelta al huerto. Fantástica la idea pero ¿se ha ceñido la dirección al lugar y se ha informado bien? ¿Cómo pretende mover a las miles de personas que allí nos congregamos y ponernos a pasear alrededor del recinto?. ¡Por favor! Que el espectador que estaba en el medio no podía entender nada. Se oían quejas: ¿pero eso que és?, ¿qué llevan ahí?, ¿qué pasa? Resultado que el entierro de Don Gonzalo enterró al público, que se marchó en bandada.
Continuamos: terreno encharcado y entre cambio de escena y escena casi nos tenemos que echar una carrerita para no perdernos detalle (claro, se pueden imaginar que eso es misión imposible); la idea de los caballos también es estupenda pero muy idílica. Vuelvo a lo mismo, el espectador de la tercera fila ya no se entera de la fiesta, entonces, ¿qué puede disfrutar el de la última entre, pongamos, entre unos 10.000 espectadores?. La lista puede continuar pero lo que evidencia el disgusto del público es que hubo un aplauso final de compromiso y fue uno solamente. Eso sí el mejor fue Israel Elejalde con una interpretación excelente de Don Luis Mejía. El mejor y lo mejor del Tenorio de este año junto a la apuesta musical. Claro que no tenemos que perder de vista el comienzo por megafonía: ‘No olviden encender sus teléfonos móviles…’
¿Estaban de acuerdo con esa representación? Algo falló.
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