El teatro es una dosis de vida, de realidad, de fantasía y de cercanía única. ¡Qué risa pasamos con Gabino, qué fuente de salud! Mientras escribo esta columna no puedo dejar de reirme recordando cada frase, cada momento. Salí con dolor de mandíbula y lloré de risa. Para empezar tengo que reconocer que me llevé una grata sorpresa. Sólo conocía a Gabino como actor de cine, pero no se pueden imaginar, es un actor como la copa de un pino. Una hora y media sin parar riéndose de él, de las críticas de principiante donde lo único que destacaban era su fealdad.
Muchas veces, como por ejemplo me pasa hoy, no sé cómo seguir escribiendo para transmitirles el bienestar o la pasión que sentí y que tengo, para animarles a que vayan a ver una película, lean un libro o disfruten del teatro. Vayan a ver a Gabino. Disfrútenlo y sorpréndanse.
Me sigo riendo porque en realidad la obra dura hora y media, sin descanso, pero luego las risas se prolongan cuando se acaba. Fui con seis amigos y cada uno recordaba un detalle y entraba de nuevo la risa.
Por cierto, que Gabino es un imitador espléndido de Jorge Sanz, Antonia San Juan, Santiago Segura, Fernando Fernán Gómez, Aznar y no sé cuantos más. Los gestos, los diálogos, ah, y muy importante, la música. Es un combinado sencillo y natural, como es Gabino Diego. Dice en la ficha técnica: «Ser actor, en nuestra opinión, significa tanto como tener capacidad para ver el mundo con los ojos de los personajes que se intrepretan, o, dicho de otro modo, para sentir el mundo a través de los mismos sentimientos de los entes de ficción que se representan. Podríamos añadir también que ser actor es incluso una cuestión de amor. Amor, en este caso, entendido como ese sublime arquitecto que es capaz de conectar realidad y fantasía en un espacio único (…)«.
En el Teatro Arlequín de Madrid podrán entender todo esto, reírse y ser felices un instante. El instante del humor, de la vida, del teatro, del puro teatro.
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