Las películas de Jack Nicholson son únicas. Es un actor peculiar y ahora mismo imprescindible en el humor de la cartelera americana. Divertido, emblemático, extrovertido, sin complejos. Se parece mucho al personaje que interpreta.
En Cuando menos te lo esperas borda el papel. Y ¡qué les digo de Diane Keaton!, está espléndida. Nicholson es Harry Sanborn, un rico millonario que sobrepasa los 60 años y es el eterno soltero codiciado por todas las mujeres, jóvenes y maduras. Pero él las prefiere menores de 30. Va a pasar un fin de semana con la hija de una célebre escritora de teatro: Erika. Los días de descanso empiezan con la confusión entre la madre y la hija, la hija, de 29 años llega con Harry a la casa y de pronto aparece la madre y ahí empieza el lío. Poco a poco surge el amor entre Harry y Erika, dentro del embrollo aparece Keanu Reeves, el médico que salvará a Harry de un ataque al corazón. El triángulo amoroso tiene una cantidad enorme de situaciones muy divertidas.
Es cierto que, cuando menos te lo esperas, sucenden millones de cosas. El otro día alguien me preguntaba cómo se podía explicar la pasión del cine, de la poesía, de la literatura, del arte. Y sólo se me ocurre decirles a todos ustedes que es otra manera de vivir otras vidas, miles de vidas que nos sacan durante unos instantes de la rutina, de la normalidad. El cine se tiene que ver y la poesía se tiene que leer. No se trata de entender nada. Tan sólo de empezar. La mayoría de las veces uno sale paladeando la risa, o el dolor, la dulzura o el asco. Son sensaciones, que, como humanos, tenemos todos. Hay que atreverse y comenzar. Sin cine no hay vida, sin poesía, sin amor, sin trabajo, sin dedicación, sin compromiso. Y todo eso se puede encontrar en Cuando menos te lo esperas, una visión de la vida y de los sentimientos desde la madurez, que demuestra que nunca es tarde, que no se llega tarde, se llega, cuando se tiene que llegar. No hay meta, sólo hay que empezar. Además de todo eso es una comedia romántica divertidísima.
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