El sufrimiento de una guerra. Eso es lo que muestra la última película del director británico Anthony Minghella. Esta vez no les puedo transmitir la sensación de la película. Tienen que ir a verla. Suavidad, tacto, personajes entregados y paisajes de ensueño ensombrecidos por la muerte, la guerra, la crueldad, la venganza, las armas. Minghella cuenta las historias de varias vidas truncadas por la guerra de Secesión (una Guerra Civil que dividió a Estados Unidos entre 1861 y 1865 y en la que murieron más de 600.000 personas), y la primera frase que me impacta es casi desde el principio: recién comenzada la guerra, los jóvenes patrióticos, que no son nada, sólo jóvenes con ganas de triunfar y luchar por su país, tienen sed de victoria y uno de ellos cuando empieza el tiroteo dice: ‘Esto es un juego de niños’. Es el principio, cuando acaba la película uno no sabe cómo se le ha quedado el cuerpo después de todo el horror y dolor que ha visto.
De la película, que está nominada a siete Oscar, destacan muchos detalles pero, sobre todo, la sutileza. Hay dolor, muerte, brutalidad, amor, amistad, humor…Minghella hace un retrato del ser humano ante distintas situaciones. Eso sí, tiene un elenco sobresaliente de actores, descubre lo mejor de un Jude Law desconocido, su cambio de imagen a lo largo de la película está conseguido a la perfección. Nicole Kidman, como siempre, espléndida y desde luego la que sin duda alguna destaca sobre todos es Renée Zellweger, la chica analfabeta que rompe los moldes de la narración en el momento preciso para dar un dinamismo agradecido a la historia. Natalie Portman es una joven viuda con un bebé de meses enfermo y ve al soldado Inman (Jude Law) como la luz de su vida, su salvación. Pero a Inman lo único que le mueve es su amor por Ada (Nicole Kidman), sus años se convierten en la odisea de un viaje inacabable, de una guerra que le harta, que le hiere, que le acaba destruyendo.
Minghella llevaba muchos años preparando esta película, que entre otras cosas, ha tenido que hacer frente a bastantes obstáculos. Al final ha contado con un presupuesto de 85 millones de dólares y con un reparto de lujo. El director de
muestra una exquisita obra de arte que sólo se puede sentir disfrutándola.
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